Una historia que comienza con un encuentro fortuito, en un autobús, de vuelta a Navarra. Así fue como ella, una mujer de 76 años, de pelo blanco y ojos claros, apareció en mi vida. Rompió la regla de no hablar con desconocidos y se abrió para contarse a sí misma. La confianza y cercanía que me transmitió hizo que su historia y nuestra historia se quedaran rondando en mi cabeza. Tenía algo, algo que perseguiría tiempo después. 

El 29 de febrero de 2020 fui a su encuentro, pero no estaba. La búsqueda continúa y ahora emprendo un viaje por la memoria, por aquello que me contó. Un viaje de ausencia que me hace reflexionar sobre el vacío que dejan aquellas personas que se han ido, que ya no están.  Y sus palabras me hacen volver de forma inesperada a un lugar.  Un espacio en el que ya nada es igual, en el que los recuerdos lo invaden por completo. El reflejo de que él no está ahí, lleno de objetos desdibujados, imperfectos.